Estamos en una sociedad en la que todos debemos ser jóvenes, guapos, alegres, modernos, estar conectados, todo se debe conseguir ya y ahora, y donde pese a la idea de libertad plena, no se admiten del todo ciertos individualismos. Queremos seguir los cánones actuales pero muchas veces no los alcanzamos, nos culpabilizamos y sufrimos.
Pese a tener multitud de capacidades para gestionar las situaciones que nos rodean, no somos capaces de reconocer las emociones que sentimos cuando nos fijamos metas y no las alcanzamos, nos frustramos y la frustración nos crea confusión, miedo, desmoralización y a la larga infelicidad.
Enfocamos la vida en ser, tener y aparentar, y nos olvidamos de que las personas también tenemos un alma que nos acompaña, que matiza nuestros actos y que, como el alma del mejor violín, nos hace sonar y brillar. Cuando el alma está triste, la mente también lo está, nos sentimos infelices y esto nos desequilibra. Se intenta esconder esa falta de armonía, continuamos viviendo como si no pasara nada, damos la imagen de poder con todo, pero su causa no llegamos a saberla, seguro que hay alguna razón que en el fondo conocemos, pero no queremos reconocer.
Saber pedir y recibir ayuda es muy importante, ya que hablando con amigos abriremos nuestra mente, pequeña caja de pandora, y hablaremos de nuestros demonios, los conoceremos y sabremos cómo tratarlos. Puede que no lo consigamos y entonces busquemos soluciones en los libros de autoayuda o en las charlas motivacionales y, aun así, continuemos sin identificar los motivos de nuestro sufrimiento o que los motivos sean de cierta importancia, entonces debemos pedir ayuda a los profesionales, psicólogos y psiquiatras poseen herramientas que ayudarán a analizar las razones de ese desequilibrio.
Muchos psicólogos aconsejan programas de educación socio-emocional en los colegios para formar a los pequeños y que así desde niño se sea capaz de reconocer las emociones para superar las frustraciones. Pero ¿solo los niños los necesitan? Creo que no sería mala idea que estuvieran accesibles a todas las edades para superar las frustraciones que nos provoca la vida.
Pero vivir es evolucionar y encontrar nuevas metas, y para ello hay que “desaprender lo aprendido”. O más fácil, olvidar lo conocido para conocer nuevos conceptos que nos ayuden a adaptarnos a las nuevas realidades para alcanzar nuevos objetivos, en fin, para seguir construyéndonos y dar sentido a nuestra vida.
Personas de gran renombre, tuvieron que desaprender para encontrar nuevos caminos de inspiración que les hizo mejores, más reputados y por ello les llamamos “genios”. De alguna forma, nosotros también desaprendemos y aprendemos cosas nuevas cada día, buscamos inspiración para entender y aplicar lo aprendido y eso nos hace sentirnos un poco más “genios”. Además, nunca se desaprende del todo, siempre nos queda la experiencia que nos ha aportado lo hasta ahora vivido y que siempre matizará nuestro comportamiento.
La Universidad Popular Carmen de Michelena (UPCM) siempre ha tenido como objetivo el “cuidado integro de la persona” y por ello, además de conocimientos, quiere proporcionar compañía y ayuda para que las personas, seamos más felices, más equilibrados, menos frustrados, y “genios” adaptados a los tiempos actuales.