La información procedente del mundo que nos rodea es conducida hacia el cerebro a través de un complicado sistema sensorial consistente en receptores de diversas clases que actúan como transductores; estos transforman los estímulos físicos y químicos del ambiente en impulsos nerviosos que el cerebro puede interpretar y darles un significado. Existe una gran variedad de cerebros en el reino animal, pero como además el sistema sensorial es muy distinto entre las diferentes especies, la interpretación, necesariamente, no puede ser la misma; es decir, la interpretación del mundo externo es característica de cada especie.