Conferencia: El poder omnipresente de la monarquía sumeria

Evento

Título:
Conferencia: El poder omnipresente de la monarquía sumeria
Cuándo:
Vie, 17. Abril 2015, 19:00 h - 21:00 h
Dónde:
Centro 21 Marzo - Factoría Cultural Salón de Actos - Tres Cantos, Madrid
Categorías:
Historia y sociedad, Conferencias, Vídeo, Presentación
Conferencia: El poder omnipresente de la monarquía sumeria


Información del ponente

Nombre:
Marcos Such Gutierrez
Posición:
Profesor Depto. Filología Clásica, UAM

Descripción del evento

 

 

El poder omnipresente de la monarquía sumeria de universidadpopularc3c

Entre los ríos Tigris y Eufrates se extiende un amplio y fértil valle que reúne más prerrogativas que ningún otro lugar del orbe para ser considerado cuna de la civilización. Al sur de esta alargada cuenca, los sumerios, decididos y emprendedores comenzaron a levantar las primeras ciudades del mundo hace más de 5.000 años. Asimismo, idearon un sistema de escritura, descubrieron el bronce y fueron quienes primeramente utilizaron la rueda en sus vehículos. Conscientes de la fuerza de su magna organización y del valor de las aguas que habían de defender, los primeros pobladores del valle sostuvieron las guerras más antiguas de la historia, completamente diferentes de las simples escaramuzas tribales.

La cultura sumeria se caracterizó por la existencia de dos polos, el templo y el palacio. Ambos tenían en común el ser centros económicos de producción, distribución, transformación y comercio de primer orden. Este último se llevaba a cabo por ríos y tierras incluso con Anatolia, Egipto y el valle del Oxus.

Los templos tenían importantes explotaciones agrícolas y ganaderas. Funcionaban como empresas autónomas con personal especializado de todo tipo: pastores, agricultores, cuidadores, tejedores, carpinteros, carniceros, etc. Un sacerdote, un intendente y un inspector eran los encargados de la administración, ayudados por los escribas. En el templo trabajaban esclavos dedicados a labores de jardinería y molienda, pero también hombres libres que recibían un salario en especie y lotes de tierra para cultivar con su familia.

El segundo polo era el palacio, donde residía el rey. Se conocen palacios de este periodo en Eridú, Kish, Mari, etc. El monarca desempeñaba las funciones de juez y de sumo sacerdote. Como vicario del dios sobre la tierra era el que administraba sus bienes, pero también administraba sus ciudades como si de una gran propiedad se tratara.

El mantenimiento de los canales, tan necesarios para la agricultura, y la defensa del territorio eran otras de sus responsabilidades. El ejército estaba formado por los servidores de palacio ( en número reducido ), a los que se añadían, en caso de necesidad los campesinos, con los que llegaban a sumar entre seiscientos y setecientos efectivos. En la llamada Estela de los Buitres, los soldados forman una falange defendida por escudos y armada con picas. Se conocían también como indica el estandarte de Ur, carros de guerra tirados por onagros, que se utilizaban sobre todo para la persecución del enemigo.

Los palacios funcionaban como grandes dominios. Su importancia era no solo de carácter administrativo y político sino también económico.

Junto a estos dos polos, existían barrios de casas privadas, donde residían las familias dedicadas a las actividades económicas.

El rey tenia los títulos de Lugal (en Kish y Uruk ), En o gran sacerdote (en Uruk) y Ensi del dios (en Lagash). El término En indica que la realeza era de procedencia divina.

Pronto se produjo una separación entre las funciones culturales y políticas, con lo que los templos perdieron parte de su importancia, sin embargo el monarca siempre estuvo subordinado al dios, y los templos a la administración estatal, la ciudad estado que lo unifico todo.

Las relaciones entre las diferentes ciudades-estado no siempre fueron pacíficas, ya que existían diferentes dioses y diferentes dinastías que con frecuencia buscaban una justificación teológica. Los reyes sumerios más poderosos intervinieron en la disputas entre ciudades. Sólo Nippur, con su santuario consagrado a Enlil, dios de todos los sumerios, desempeño un papel unificador.